Hallstatt, es una ciudad
pequeña que pasa por Alto Hallstätter See (lago Hallstatt) en el distrito montañoso
de Salzkammergut en Austria. Se encuentra ubicada
exactamente entre sus eternas guardianas, las montañas
Dachstein y un precioso lago llamado Hallstatter,
Seguro
que en más de una ocasión habéis visto alguna postal o fotografía de Hallstatt.
Es una de las estampas más conocidas y usadas en los folletos turísticos de
Austria. La belleza cristalina de las aguas del Lago Hallstatter See y las
montañas que se reflejas en él hacen de este lugar un rincón incomparable. Además
cuenta con las cascadas de Waldbachstrub, de 90 metros de altura, un paraíso acuático protagonista de cientos
de leyendas. Por algo la UNESCO declaró en 1997
su paisaje cultural como Patrimonio de la Humanidad. Ver ubicación en google maps.
Se trata de un pequeño pueblo típico,
con pequeñas callejuelas que pueden llegar a formar un laberinto sin mucho
sentido. Escaleras por aquí, escaleras por allá y, sin darte cuenta, vas a parar
a plazas inesperadas. Todo ello encontrándote por el camino con casitas blancas
de techos oscuros con flores en los balcones. Destacaría la Iglesia Parroquial
Católica (Pfarrkirche), que fue construida entre 1181 y 1505 y restaurada
posteriormente en el año 2002. Pequeña y fría, esta iglesia de estilo Romántico
merece una breve visita.
Si precisamente queréis
disfrutar de una de las vistas panorámicas más importantes de Hallstatt y de
las montañas que la rodean se debe subir hasta la Torre Rudolf I. Esta torre,
conocida ahí como Rudolfsturm, forma parte de un antiguo castillo en ruinas
construido en 1284 por el Duque Albrecht, con el fin de proteger la ciudad de
la amenaza de los Príncipes Obispos de Salzburgo que deseaban anexionársela. La
torre lleva el nombre del primer líder del Imperio de Habsburgo. Años después
de su construcción se convirtió en la residencia del encargado de la mina de la
sal, cuya entrada se sitúa cerca. Y desde 1960 alberga una cafetería y un
restaurante.
Por tanto su fascinación le viene por
las imponentes montañas que le rodean, por su rara fauna y flora y por su
importancia como lugar arqueológico,
pero sobre todo, por el testimonio de sus 2.500 años de continuo patrimonio cultural.
La actividad humana en este espléndido
paisaje natural comenzó en la época prehistórica con la explotación de sus depósitos de sal, 2000 años antes de
Cristo. Esta fuente de riqueza ha constituido la base de la prosperidad de la
región hasta mediados del siglo XX, que se ve reflejada en la bella
arquitectura de la ciudad de Hallstatt,
donde la sal fue “el oro blanco” y es tal la importancia que tuvo en la época
prehistórica del Bronce que uno de sus períodos fue denominado como “Edad de
Hallstatt”. Además es una de las minas más antigua del mundo.
LA
CASA DE LOS HUESOS
Una de las visitas turísticas principales en Hallstatt es
una pequeña y macabra capilla católica de estilo gótico, una especie de cementerio
además, que está repleta de cráneos. Pues sí, repleta diría yo. Por un
lado está la iglesia de estilo gótico con un hermoso altar y frescos en el
mismo estilo, y por otro está la capilla San Miguel
que es la que guarda la famosa
Casa de Huesos.
¿Por qué hay tantos cráneos aquí?
Bueno, parece que en Austria el terreno
en los cementerios se vende por 25 años y cuando ese tiempo se termina alguien
debe pagar para renovar el alquiler o caso contrario los huesos se remueven y
la tierra se vuelve a alquilar. Debido a la falta de espacio en el cementerio
local, los cuerpos suelen exhumarse apenas una década después del fallecimiento
y entonces estos huesos son llevados a la capilla y sus cráneos son limpiados. Se les escribe los nombres,
la fecha de muerte e incluso, algunos son decorados con flores, por ejemplo.
La costumbre no es nueva y hay cráneos
así que datan de 1700. Empero, ya desde el siglo XX los cráneos no se decoran
más salvo que se solicite expresamente. De todas formas las decoraciones tenían
su sentido: el laurel indica victoria, las hojas de roble fama, las rosas amor
y demás. El más joven hasta ahora data de 1983.
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