¿Te quejas del calor veraniego? Eso no es nada. Para
calor de verdad, el que soportan estoicamente las criaturas que habitan el Valle de la Muerte, en California.
Allí se registran anualmente las
temperaturas más altas del mundo que, según la Organización Metorológica
Mundial, superan de largo los 55 º C.
Durante años se pensó que el punto más caluroso de la
superficie de la Tierra estaba en Libia,
en El Azizia, donde el 13 de septiembre de 1922 el termómetro marcó la
ardiente cifra de 58º C. Este récord fue invalidado en 2011 por un comité de
expertos que valoró entre otras cosas graves errores en el manejo de los
instrumentos de medición y en la forma en la que se registró esta temperatura;
así que el récord oficial se fue a
América. La fecha: el 10 de julio de 1913; la marca: 56,7 ºC.
El Parque Nacional del Valle
de la Muerte ocupa una superficie de 13.518 kilómetros cuadrados. Se extiende
en su mayoría sobre California, aunque también 'invade' una pequeña parte de
Nevada. Ver ubicación en google maps. Es una de las zonas más áridas de EE.UU. No en vano, las
precipitaciones medias anuales no superan los 60 mm. A pesar de que la
falta de agua es evidente, se puede encontrar también vegetación variada,
escalonada y, eso sí, adaptada a la sequedad.
Habitado durante al menos 1.000 años por la tribu de
los Timbisha, el Valle de la Muerte recibió su nombre de los aventureros que se
atrevieron a cruzarlo a principios del siglo XIX, atraídos por la fiebre del
oro.
El Valle de la Muerte fue
considerado reserva de la biosfera en 1984, y el 31 de octubre de 1994 se le
dio la categoría de Parque Nacional y se amplió la zona de protección en 5.300
km² lo que le convierte en el mayor parque nacional en la zona continental de
los Estados Unidos.
Hoy en día, cerca de un millón de personas lo visitan
cada año para disfrutar de su espectacular paisaje desértico. Adentrarse
en este lugar cuando las previsiones apuntan que se superarán los 53° C no
parece una buena idea. Pero uno no se da cuenta de lo arriesgado de la empresa
hasta que ya no hay marcha atrás y, bajo un sol abrasador, lo único que se
tiene por delante es una carretera que parece llevar al infinito.
DONDE
LAS PIEDRAS CAMINAN SOLAS
Las temperaturas extremas del Valle de la Muerte y más
exactamente la amplitud termal (en este lugar se registran también bajísimas
temperaturas en invierno) estarían detrás de lo que se conoce como “el misterio de las piedras que caminan
solas”. Y es que durante décadas los geólogos se han vuelto locos
tratando de hallar una explicación a este fenómeno: enormes rocas que viajan kilómetros dejando tras de sí una estela
o surco en el suelo.
Las rocas son simples dolomitas procedentes de las
montañas circundantes. Muchas se mueven tan rápido como una persona caminando.
Otras viajan por parejas de tal manera que dejan un rastro parecido a los
surcos de un coche. La mayoría pesan
poco, alrededor de 4 kilos, pero otras tantas alcanzan los 15 kilos. Hay
una enorme, apodada Karen, que pesa 300 kilos.
Fueron los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew los
que observaron por primera vez en la
década de los 40 del siglo XX las extrañas rocas cuando elaboraban
un mapa de la zona. Años más tarde, en 1952, el geólogo Thomas Clement fue
hasta el lugar para estudiar el extraño suceso. Cuando emprendió las
observaciones una tormenta eléctrica le sorprendió y tuvo que refugiarse. A la
mañana siguiente había amainado y salió a investigar. Vio el camino que habían
dejado marcado algunas rocas en sus movimientos. La mayoría iban en la
dirección del viento, de suroeste a noreste, así que asumió que el fenómeno
estaba provocado por el viento que empujaba las rocas sobre el barro húmedo.
Sin embargo, no encontró ninguna correlación entre el tamaño de la roca y la
longitud de las huellas.
Desde entonces los estudios
científicos se han sucedido con conclusiones de lo más variadas. Por eso el
fenómeno despierta la suspicacia. De las rocas movedizas se ha dicho de todo.
Su movimiento se ha atribuido a extraterrestres,
anomalías magnéticas y gravitacionales, corrientes de agua desconocidas o a un
sucio truco para atraer turistas.
En 2010 científicos de la NASA
hicieron un estudio exhaustivo. Han
descartado que las rocas se muevan por efecto de pequeños movimientos sísmicos,
por un animal o por un simple efecto de la gravedad, es decir, que estuvieran
deslizándose porque el terreno estuviera inclinado. Tampoco han registrado en
la zona niveles anormales de radiación o algún campo magnético exagerado.
La conclusión a la que han llegado
es que el viento es la fuerza que mueve las
rocas sobre el suelo con una fricción mínima. El roce con el suelo disminuye
por efecto de una combinación variable de factores, entre los que figuran la
humedad, el hielo que a veces se forma por las bajas temperaturas de la noche o
las bacterias que crean una capa deslizante en el suelo. Los vientos de hasta
150 kilómetros / hora que arrecian la zona pueden explicar el movimiento de
algunas rocas, pero no, por ejemplo, de la pesada Karen. Por tanto sigue siendo
un misterio que hace que este terrible lugar sea para los viajeros curiosos
todavía más enigmático y a la vez atractivo.
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