Al sur de Tokio, en el
Mar de Filipinas, hay unas doscientas personas que se
ríen de las predicciones mayas y de esa supuesta amenaza del fin del mundo. Ellos, sus familias, sus casas, sus pertenencias,
su única escuela y su única oficina de correos, se asientan bajo constante
amenaza, aunque sería más correcto decir sobre constante
amenaza. Viven en la isla de Aogashima (青ヶ島村),
la isla habitada más meridional y la más aislada del archipiélago de Izu, ya
que la isla más cercana a ella es Hachijōjima a 71,4 km. Ver ubicación en google maps.
Aogashima
está bajo la administración de Tokio a pesar de encontrarse a unos 358 km de la
capital del país. Vista desde el aire, es posible que
te recuerde a una rosquilla de tamaño sideral, pero tras su atractiva
apariencia se esconde una realidad muy distinta. Se trata de una isla con un
cráter volcánico gigante, dentro del cual hay otro más pequeño. Es considerado
un volcán activo de la clase C, aunque sus últimas erupciones se registraron
entre los años 1781 y 1785, en la que murieron 140 personas.
Se cree que la isla fue formada por los
restos superpuestos de al menos cuatro volcanes submarinos. Los escarpados
acantilados formados por capas de lava que rodean la isla son testigos de los
sucesivos depósitos volcánicos. Por tanto Aogashima es un volcán submarino que
ha surgido del mar y es parte de un gran cráter cuya altura de borde exterior
oscila entre 200 m y 420 m de altura. La costa sur se eleva a una afilada
cresta formando un borde de una caldera con el nombre Ikenosawa con un diámetro
de 1,5 km. La caldera está ocupada por un cono secundario llamado Maruyama, que
sigue emitiendo vapor geotérmico. Otonbu, el pico del borde del cráter externo,
a una altura de 432 metros sobre el nivel del mar, es el punto más alto en la
isla. A algunos les recordara a la isla donde estaban encerrados los
dinosaurios en el Mundo Perdido.
La
isla está rodeada de acantilados muy escarpados que la hacen casi inaccesible.
Realmente no tiene playas, es un lugar recóndito en medio del mar, con altos
acantilados y clima muy húmedo y cálido. Su principal atractivo es su anomalía
geológica: un volcán doble que son
utilizados estratégicamente por la población, dado que el volcán principal
dispone en uno de sus laterales de respiraderos de vapor muy caliente es
utilizado para alimentar la sauna pública. Pero
ahí no se acaba el ingenio de sus habitantes, porque los ventiladores de vapor
también se utilizan para cocinar los alimentos.
Toda la población de Aogashima se
concentra en una pequeña parte de la isla, que es donde se puede encontrar la
tienda, la escuela o el helipuerto. No, en sus escasos 8 km2 de superficie
no cabe un aeropuerto, al menos, uno que pueda evitar el cráter que se erige en
medio de la isla. Si asumes el riesgo, podrás disfrutar de sus saunas
geotermales y de los espectaculares paisajes naturales. Si no tienes tantas
agallas, siempre puedes disfrutar de esta estupenda panorámica tomada desde la
parte más alta de la isla.
Es imprescindible pasarse por la tienda
de sal, ya que Aogashima es famosa por esto. La sal la obtiene lentamente
gracias a que el agua del océano se seca en los respiraderos volcánicos. Es cierto que no hay mucha acción en
Aogashima, pero es un gran lugar para relajarse y disfrutar de la naturaleza
virgen de Japón.
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